A partir del 1 de abril, en el país se inició la aplicación del segundo refuerzo o cuarta vacuna a personas mayores de 50 años y a los grupos de riesgo. En el mundo, en cambio, se debate si se debe ser colocada a toda la población.
Seis meses después de que en el país se iniciara la aplicación de la dosis de refuerzo contra el covid-19 y cuando la cobertura de esta no llega al 40%, el Ministerio de Salud empezó el 1 de abril la administración de una cuarta dosis de la vacuna.
Este segundo refuerzo se coloca a personas desde los 50 años, mayores de 12 años con inmunosupresión moderada o severa y población priorizada, entre los que se encuentra el personal de salud, bomberos, policías, Fuerzas Armadas, entre otros.
El lineamiento del Ministerio para la aplicación de este segundo refuerzo cita un estudio en Israel que determinó que transcurridos de cuatro a cinco meses de la tercera dosis, la aplicación de una cuarta mejora la respuesta inmune y restaura los anticuerpos a niveles máximos. Inicialmente, esta dosis está pensada para los grupos mencionados, sin embargo, en un momento determinado se extenderá a toda la población.
La ministra de Salud, Ximena Garzón, dijo -en su último informe- que todos quienes hayan cumplido cinco meses “vamos a tener que vacunarnos hasta que en el mercado ya aparezca o se comercialice una para la enfermedad endémica”. Según ella, este biológico está en desarrollo y posiblemente estará disponible entre agosto y septiembre. Se volverá anual o similar a la que se coloca contra la influenza, es decir, estacional.
“Hasta eso continuaremos vacunando cada cinco meses para asegurar que la población está protegida”, comentó Garzón.
Una dosis priorizada
Para el epidemiólogo Washington Alemán, la cuarta dosis es beneficiosa para grupos vulnerables y de riesgo ya que los protege de una enfermedad grave e, incluso, la muerte. Sin embargo, dijo, se maneja mucha información a favor y en contra respecto a su aplicación en toda la población.
El 6 de este mes, la Agencia Europea de Medicamentos señaló que es “demasiado pronto” para pensar la administración de una cuarta dosis de las vacunas de ARNm (Pfizer y Moderna) en la población general, aunque respalda su uso en adultos mayores por el alto riesgo de desarrollar covid-19 grave.
De igual forma, no encontraron que la protección contra los casos graves esté “disminuyendo sustancialmente en adultos con sistemas inmunitarios normales”.
El epidemiólogo Fabián Oña y el docente e investigador Alberto Narváez coincidieron en que la evidencia que respalde la colocación de un segundo refuerzo a toda la población todavía es escasa.
Según Oña, podría ser contraproducente y generar rechazo en algunas personas, además que se continúa usando la misma vacuna. Más bien, dijo, se debe incentivar a que la población se coloque la tercera dosis que ha disminuido su ritmo en comparación con la primera y segunda vacuna.
Narváez también destacó la importancia de avanzar con el primer refuerzo ya que existe evidencia que una tercera dosis eleva al 80% la efectividad frente a un contagio, enfermedad severa o la muerte.
Uno de los beneficios
Según Narváez, un estudio mostró que el refuerzo acorta el tiempo que dura el covid persistente. Explicó que la persistencia de los síntomas después de 12 semanas de haberse enfermado es muy frecuente y bastante grave y con el refuerzo disminuye ese período.
Alemán insistió en proteger a adultos mayores e inmunodeprimidos ya que por más anticuerpos que tengan, la enfermedad puede causar un cuadro grave.
Fuente: El Comercio