Un repunte del coronavirus tendría como causa la combinación de dos factores: el bajo ritmo de la vacunación y la reducción de las medidas de bioseguridad. En Ecuador se cumplen ambos. Lo sostienen tres especialistas, que coinciden, además, en alertar sobre un posible rebrote para el próximo octubre, si las cosas siguen así.
La explicación es sencilla. El epidemiólogo Alberto Narváez sostiene que el rebrote se daría porque “la mayoría de personas vacunadas con segunda y tercera dosis habrán superado los cuatro o seis meses de inmunidad”. La probabilidad de contagio y agravamiento reaparece con la inmunidad disminuida.
Con esto concuerda el microbiólogo Paúl Cárdenas, investigador de la Universidad San Francisco de Quito, pues precisa que, debido a las estimaciones y predicciones del comportamiento del virus, es posible un aumento de casos para ese mes.
El epidemiólogo David Larreátegui insiste en que el bajo ritmo de vacunación de terceras dosis puede desencadenar en un repunte de casos. “Si es que no mejoramos la tasa de vacunación del primer refuerzo, el riesgo de tener un rebrote podría darse en octubre o incluso antes”, indica.
El bajo ritmo de vacunación es evidente. Los datos más actualizados del Ministerio de Salud Pública (MSP) muestran que en las últimas tres semanas hubo una contracción en la aplicación de los refuerzos contra el COVID-19, pese a que apenas el 35 % de la población tiene esta dosis.
En los cálculos de la ministra de Salud, Ximena Garzón Villalba, el rebrote aparecería entre mayo y junio si la aplicación del refuerzo no se incrementaba. Así lo afirmó en un conversatorio con periodistas el pasado 13 de abril. Esa estimación fue corroborada por la gerenta de Estrategias de Inmunizaciones del MSP, Cristina Aldaz, en una entrevista con EL UNIVERSO.
El estado de la vacunación es más crítico en nueve provincias, donde la población con refuerzo no alcanza ni el 30 %: Los Ríos, Santa Elena, Morona Santiago, Esmeraldas, Guayas, Santo Domingo de los Tsáchilas, Zamora Chinchipe, Sucumbíos y Orellana.
Las pruebas de diagnóstico no reflejan la realidad del país
Otro indicador también alerta sobre un posible rebrote: la positividad, que es el porcentaje de pruebas positivas frente a las negativas. Si la positividad es mayor, la situación se agudiza. Durante la primera semana de mayo, la positividad a nivel nacional oscilaba entre el 6 % y 14 %. El incremento ha sido paulatino y en la fecha más reciente (25 de mayo) se registra el 23 % de positividad.
Esta cifra es casi cinco veces mayor al porcentaje con el que, según la OMS, se tiene a la pandemia bajo control: 5 %.
Además, la infectóloga Carola Cedillo alerta sobre la baja calidad de los datos en Ecuador. La especialista señala que en el país no se toman las suficientes pruebas de diagnóstico, lo que evita que se tengan realidades estadísticas precisas.
“Todavía tenemos la debilidad de diagnósticos, no siempre hay acceso a pruebas diagnósticas y muchas personas que pueden estar contagiadas llegan a no diagnosticarse”, comenta. “Si no tenemos las pruebas diagnósticas, no tenemos datos concluyentes. Por ende, sigue siendo una debilidad para poder determinar qué tanto nivel de contagios tenemos en la actualidad”.
Cedillo recomienda no relajar las medidas de bioseguridad, a pesar de que las autoridades sanitarias impulsen la idea de que el país tiene controlada la pandemia, como lo precisó el presidente Guillermo Lasso el pasado 28 de abril cuando anunció la eliminación de la obligatoriedad del uso de mascarillas en espacios abiertos y cerrados.
Cárdenas apunta que la ocupación hospitalaria y la mortalidad son otros datos importantes para controlar la pandemia, aunque no permiten prevenir los rebrotes. “Generalmente estas medidas epidemiológicas uno las ve después de varias semanas de que existe un pico de contagios”, precisa el especialista.
¿Cómo protegerse?
Para el epidemiólogo Narváez, la variante ómicron se concentró mayormente en lugares con alta densidad poblacional, pero en las comunidades más alejadas todavía hay quienes no se han infectado ni vacunado y podrían ser víctimas del posible repunte de casos.
Además señala que, como las muertes por COVID-19 han bajado, la gente ya no tiene una percepción de riesgo sobre el virus, siendo un motivo para el descenso en la vacunación.
Para prevenir un contagio, la infectóloga Rina Silva recomienda medidas como el uso de la mascarilla en interiores, lavado constante de manos, buena ventilación y recambio de aire, y el uso de alcohol después de tener contacto con las superficies.
“Son medidas estándar de prevención que, aunque ya conocíamos, debemos recordarlas y tener presente que se las deben tener para cualquier cuadro respiratorio del tipo viral”, indica.
Fuente: El Universo